37-39 Jonatán le gritó: «¡Corre, no te detengas, que más allá hay otra flecha!»Sin sospechar nada, el muchacho fue y recogió las flechas de Jonatán, pues sólo David y él sabían lo que eso quería decir.
40 Luego Jonatán le dio sus armas al muchacho y le ordenó: «Llévatelas a la casa».
41 Cuando el muchacho se fue, David salió de su escondite y, de cara al suelo en señal de respeto, se inclinó tres veces delante de Jonatán. Luego se abrazaron y lloraron mucho, aunque David lloraba más.
42 Entonces Jonatán le dijo a David: «Vete en paz. Tú y yo hemos jurado por Dios que siempre seremos buenos amigos. Que Dios nos ayude, y que ayude a nuestras familias a cumplir este juramento». (21.1) Dicho esto, Jonatán regresó a la ciudad.