10 »Yo estuve en el monte Horeb cuarenta días y cuarenta noches, como la primera vez. Allí estuve orando a Dios para que no los destruyera, y él me escuchó, pues no los destruyó.
11 Al contrario, me pidió que me preparara y los guiara a conquistar la tierra que él prometió dar a los antepasados de ustedes.
12 »¿Qué espera Dios de ustedes? Simplemente que lo respeten y obedezcan, y que lo amen y adoren con todo su ser.
13 Dios espera que ustedes obedezcan todos sus mandamientos, para que les vaya bien.
14 »Nuestro Dios es dueño del cielo y de la tierra, y de todo lo que hay en ella.
15 Él pudo elegir a cualquier pueblo de la tierra, pero eligió a los antepasados de ustedes porque los amaba, y los eligió también a ustedes para que hoy sean su pueblo.
16 Pero no sean tercos, ni se olviden jamás del pacto que tienen con Dios.