52 Al oír esto, el mayordomo se inclinó hasta el suelo y dio gracias a Dios;
53 luego sacó joyas de oro y plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. A su hermano y a su madre también les dio valiosos regalos.
54 Después de eso, él y sus hombres comieron y bebieron, y pasaron la noche allí.A la mañana siguiente, cuando se levantaron, el mayordomo pidió permiso para volver a la casa de su amo,
55 pero el hermano y la madre de Rebeca respondieron:—Deje usted que la muchacha se quede con nosotros unos días más, y entonces podrá irse.
56 Pero el mayordomo les rogó:—¡No me detengan más! Ya Dios me ha dado éxito en mi viaje, así que déjenme volver a la casa de mi amo.
57-58 Ellos llamaron a Rebeca y le preguntaron:—¿Quieres irte con este hombre?Como Rebeca respondió que sí,
59 la dejaron ir junto con la mujer que la había cuidado desde niña, el mayordomo y sus hombres.