1-2 Ésta es la historia de Jacob, que vivió en la tierra de Canaán, donde antes su padre había vivido como extranjero.Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, a cuidar las ovejas. Pero José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos.
3 Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores.
4 Pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.
5 Un día José tuvo un sueño. Cuando se lo contó a sus hermanos, ellos lo odiaron aún más,
6 pues les dijo:—Anoche tuve un sueño,
7 y soñé que estábamos en medio del campo, atando el trigo en manojos. De repente, mi manojo se levantó y se quedó bien derecho, mientras los de ustedes lo rodeaban y se inclinaban ante él.
8 Sus hermanos protestaron:—¡Ahora resulta que vas a ser nuestro rey y nuestro jefe!Y por causa del sueño y por lo que decía, creció en ellos el odio que le tenían.
9 José tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:—Fíjense que tuve otro sueño. Resulta que esta vez el sol, la luna y once estrellas, se inclinaban ante mí.
10 Cuando les contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, y le dijo:—¿Qué clase de sueño es ése? ¿Quieres decir que tu madre y tus hermanos, y yo mismo, vamos a ser tus esclavos?
11 Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre trataba de entender el significado de sus sueños.
12 Los hermanos de José habían llevado las ovejas de su padre a los pastos de Siquem.
13-14 Unos días después, Jacob le dijo a José:—Ya sabes que tus hermanos están en Siquem, cuidando las ovejas. Quiero que vayas a ver si todo está bien, y que regreses a contármelo.—Sí, papá, enseguida voy —le respondió.José salió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem,
15 pero no encontró a sus hermanos por ningún lado. Poco después lo encontró un hombre y le preguntó:—¿Qué andas buscando?
16 José le respondió:—Busco a mis hermanos y a sus rebaños. Tal vez usted pueda decirme dónde están.
17 Aquel hombre contestó:—Hace días que se fueron. Alcancé a oír que se iban a Dotán.José siguió buscando a sus hermanos, y allá los encontró.
18 Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo.
19 Unos a otros se decían:«¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador!
20 Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»
21-22 Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!»
23 Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había hecho
24 y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue.
25 Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.
26 Judá entonces les dijo a sus hermanos:«No ganamos nada con matar a nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte.
27 Nos conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro hermano; ¡es de nuestra propia familia!»Esta idea les pareció bien,
28 así que cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo llevaron a Egipto.
29 Cuando Rubén regresó y vio que José ya no estaba en el pozo, rompió su ropa en señal de tristeza,
30 y luego fue a decirles a sus hermanos: «¡José ya no está en el pozo! Y ahora, ¿qué le voy a decir a mi padre?»
31 Mataron entonces un cabrito, y con la sangre del cabrito mancharon la capa de José.
32 Luego le llevaron la capa a Jacob, y le dijeron:—¡Mira lo que encontramos! Nos parece que es la capa de tu hijo.
33 Jacob la reconoció, y lleno de dolor gritó:—¡Sí, es la capa de mi hijo! ¡Seguramente algún animal feroz lo hizo pedazos y se lo comió!
34 Allí mismo Jacob rompió su ropa en señal de tristeza, se vistió de luto, y durante mucho tiempo lloró por la muerte de su hijo.
35 Todos sus hijos llegaron para consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Más bien, lloraba y decía que quería morirse para estar con José.
36 Cuando los comerciantes llegaron a Egipto, vendieron a José. Lo compró Potifar, que era un oficial del rey de Egipto y capitán de la guardia.