10 Siempre me tratas con mucha bondad, aunque no lo merezco, pues soy yo quien debe servirte. Cuando crucé el río Jordán, sólo tenía un palo para defenderme, pero ahora tengo gente y ganado para formar dos grupos.
11-12 Tú me prometiste que me iría bien, y que mis descendientes llegarían a ser como la arena del mar, que no se puede contar. ¡Líbrame ahora de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga y nos ataque a todos».
13 Esa noche Jacob durmió en aquel lugar. De los animales que tenía, apartó para regalarle a su hermano
14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,
15 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros.
16 Entregó a sus sirvientes cada manada por separado, y les ordenó adelantarse y mantenerse a distancia unos de los otros.
17 Al guía de la primera manada le ordenó:«Cuando te encuentres con mi hermano Esaú, y él te pregunte quién eres y a dónde vas, y de quién son todos estos animales,