30 y luego fue a decirles a sus hermanos: «¡José ya no está en el pozo! Y ahora, ¿qué le voy a decir a mi padre?»
31 Mataron entonces un cabrito, y con la sangre del cabrito mancharon la capa de José.
32 Luego le llevaron la capa a Jacob, y le dijeron:—¡Mira lo que encontramos! Nos parece que es la capa de tu hijo.
33 Jacob la reconoció, y lleno de dolor gritó:—¡Sí, es la capa de mi hijo! ¡Seguramente algún animal feroz lo hizo pedazos y se lo comió!
34 Allí mismo Jacob rompió su ropa en señal de tristeza, se vistió de luto, y durante mucho tiempo lloró por la muerte de su hijo.
35 Todos sus hijos llegaron para consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Más bien, lloraba y decía que quería morirse para estar con José.
36 Cuando los comerciantes llegaron a Egipto, vendieron a José. Lo compró Potifar, que era un oficial del rey de Egipto y capitán de la guardia.