17 —Te mandaré uno de mis cabritos —respondió Judá.—Acepto —dijo ella—, sólo si me dejas algo tuyo como garantía de que me pagarás.
18 —¿Y qué quieres que te deje? —preguntó Judá.—Pues déjame tu sello con todo y cordón, y la vara que llevas en la mano —respondió ella.Judá aceptó sus condiciones, y tuvo relaciones sexuales con ella, y ella quedó embarazada.
19 Tan pronto como Judá se marchó, ella se quitó el velo y volvió a ponerse las ropas de luto.
20 Más tarde, cuando Judá mandó a su amigo Hirá para entregar el cabrito y recoger lo que le había dejado a Tamar, su amigo ya no la encontró.
21 Entonces les preguntó a los que vivían allí:—¿Dónde está la prostituta que acostumbra sentarse junto al camino de Enaim?Ellos contestaron:—Aquí nunca ha habido ninguna prostituta.
22 El amigo de Judá regresó y le dijo:—No encontré a esa mujer. Los de ese lugar me aseguran que allí no ha habido ninguna prostituta.
23 Judá respondió:—¡Pues que se quede con todo! Pero nadie podrá decir que no cumplo mi palabra. Yo te envié con el cabrito, y tú ya no la encontraste.