18 —¿Y qué quieres que te deje? —preguntó Judá.—Pues déjame tu sello con todo y cordón, y la vara que llevas en la mano —respondió ella.Judá aceptó sus condiciones, y tuvo relaciones sexuales con ella, y ella quedó embarazada.
19 Tan pronto como Judá se marchó, ella se quitó el velo y volvió a ponerse las ropas de luto.
20 Más tarde, cuando Judá mandó a su amigo Hirá para entregar el cabrito y recoger lo que le había dejado a Tamar, su amigo ya no la encontró.
21 Entonces les preguntó a los que vivían allí:—¿Dónde está la prostituta que acostumbra sentarse junto al camino de Enaim?Ellos contestaron:—Aquí nunca ha habido ninguna prostituta.
22 El amigo de Judá regresó y le dijo:—No encontré a esa mujer. Los de ese lugar me aseguran que allí no ha habido ninguna prostituta.
23 Judá respondió:—¡Pues que se quede con todo! Pero nadie podrá decir que no cumplo mi palabra. Yo te envié con el cabrito, y tú ya no la encontraste.
24 Como a los tres meses, alguien fue a decirle a Judá:—Seguramente tu nuera Tamar ha tenido relaciones con alguien, pues resulta que está embarazada.Entonces Judá exclamó:—¡Échenla fuera, y quémenla viva!