29 Cuando llegaron a Canaán, le contaron a su padre todo lo que les había pasado. Le dijeron:
30 «El gobernador de Egipto nos habló muy fuerte, y hasta nos acusó de ser espías.
31 Nosotros le dijimos que no éramos espías, sino gente honrada.
32 También le dijimos que éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; que uno de nosotros ya había muerto, y que el menor se había quedado contigo aquí en Canaán.
33 »Pero el gobernador nos dijo: “Ahora voy a ver si de veras son gente honrada: Dejen aquí a uno de sus hermanos, y váyanse a llevarles comida a sus familiares, que deben estar muriéndose de hambre.
34 Pero tienen que traerme a su hermano menor. Así sabré que no son espías, sino gente honrada, y yo les devolveré a su hermano. Entonces podrán hacer negocios aquí”».
35 Cuando comenzaron a vaciar sus sacos, se encontraron con que en cada uno de ellos estaba su dinero. Al ver las bolsas de dinero, tanto ellos como su padre se asustaron mucho.