20 —Señor, como usted sabe, la vez pasada vinimos a comprar trigo.
21-22 Y resulta que cuando paramos para pasar la noche, al abrir nuestros sacos cada uno de nosotros encontró allí su dinero. ¡No faltaba nada! Pero no sabemos quién lo haya puesto allí. Aquí lo traemos con nosotros, y también traemos más dinero para comprar más trigo.
23 El mayordomo los tranquilizó:—No se preocupen, que todo está en orden. Yo recibí el dinero que ustedes pagaron. Tal vez el Dios de ustedes y de su padre les puso en sus sacos ese regalo.Entonces sacó a Simeón
24 y a todos ellos los invitó a entrar en la casa de José; luego les dio agua para que se bañaran, y les dio de comer a sus burros.
25 Y como ellos ya sabían que José iba a comer con ellos al mediodía, prepararon los regalos para cuando él llegara.
26-28 Cuando José llegó a su casa, ellos se inclinaron delante de él y le entregaron los regalos que le habían llevado. Luego de saludarlos, José les preguntó si su padre aún vivía.Ellos le respondieron:—Así es, nuestro padre todavía vive, está bien de salud y listo para servirle.
29 José miró a su alrededor, y cuando vio a Benjamín, su hermano de padre y madre, les preguntó:—¿Es éste su hermano menor, del que me hablaron? ¡Que Dios te bendiga, hijo mío!