8 ”A Jerusalén la convertiré en un lugar horrible. Los que pasen por aquí verán con asombro cómo quedó la ciudad, y se burlarán de ella.
9 Sus enemigos rodearán la ciudad para destruir a sus habitantes. Habrá tanta falta de comida que la gente se comerá a sus propios hijos, y hasta se comerán los unos a los otros”.
10 »Tan pronto anuncies este mensaje, dirígete a los jefes y a los sacerdotes, y rompe en mil pedazos la vasija de barro.
11 Entonces les dirás de mi parte:“Yo, el Dios todopoderoso, romperé en mil pedazos esta nación y esta ciudad, y ya no podrán volver a levantarse. Tendrán que enterrar a sus muertos en el santuario de Tófet, porque no habrá otro lugar donde enterrarlos.
12 La ciudad quedará arruinada, lo mismo que el santuario de Tófet. Les juro que así será.
13 No permitiré que se me adore en las casas de Jerusalén ni en los palacios de los reyes de Judá, pues en sus azoteas se quemó incienso para adorar a las estrellas de los cielos, y también ofrendaron bebidas a otros dioses. Ni en el santuario de Tófet ni en esos lugares permitiré que me adoren”».
14 Cuando Jeremías volvió de profetizar en el santuario de Tófet, se detuvo a la entrada del templo de Dios. Desde allí dijo a todo el pueblo: