13 Pero al llegar al Portón de Benjamín, me detuvo Irías, que era hijo de Selemías y nieto de Hananías. Como era capitán de la guardia, me dijo:—¡Así que quieres unirte a los babilonios!
14 Yo le contesté que no era esa mi intención, pero Irías no me creyó. Al contrario, me arrestó y me llevó ante los asistentes del rey.
15 Como ellos estaban muy enojados conmigo, mandaron que me golpearan en la espalda y que me encerraran en la casa del secretario Jonatán, la cual habían convertido en prisión.
16 Me encerraron en una celda que estaba en el sótano, y allí me dejaron mucho tiempo.
17 Finalmente, el rey Sedequías ordenó que me llevaran a su palacio, y allí, sin que nadie se enterara, me preguntó:—Jeremías, ¿tienes algún mensaje de Dios para mí?Yo le contesté:—Así es, y el mensaje es que usted caerá en poder del rey de Babilonia.
18 Además, quiero hacerle a usted algunas preguntas personales: ¿Qué crimen he cometido contra Su Majestad? ¿Qué mal le he hecho a usted, o a sus ministros o a este pueblo? Yo no merezco estar en la cárcel.
19 Dígame usted dónde están sus profetas, esos que decían que el rey de Babilonia nunca atacaría este país.