3 Entonces Dios le preguntó:—¿Qué piensas de Job, mi fiel servidor? No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo, y me sigue obedeciendo, a pesar de que me convenciste de hacerle mal sin ningún motivo.
4 El ángel acusador le contestó:—¡Mientras a uno no lo hieren donde más le duele, todo va bien! Pero si de salvar la vida se trata, el hombre es capaz de todo.
5 Te aseguro que si lo maltratas, ¡te maldecirá en tu propia cara!Dios le dijo:
6 —Muy bien, te dejaré que lo maltrates, pero no le quites la vida.
7 En cuanto el acusador se marchó, llenó a Job con llagas en todo el cuerpo.
8 Por eso, Job fue a sentarse sobre un montón de ceniza, y todo el día se lo pasaba rascándose con una piedra.
9 Su esposa fue a decirle:—¿Por qué insistes en demostrar que eres bueno? ¡Mejor maldice a Dios, y muérete!