17 Cuando el anciano vio al viajero sentado en la plaza, le preguntó:—¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?
18 El hombre le contestó:—Venimos de Belén de Judá. Pasamos por aquí porque estamos volviendo a la parte más apartada de las montañas de Efraín, donde vivimos. Pero nadie nos ha invitado a pasar la noche en su casa.
19 Tenemos de todo: paja y pasto para los burros, y pan y vino para nosotros tres.
20 Entonces el anciano le dijo:—¡Pero no pueden pasar la noche en la plaza! ¡En mi casa serán bienvenidos! ¡Yo les daré todo lo que necesiten!
21 El anciano los llevó entonces a su casa, y mientras los viajeros se lavaban los pies, él les dio de comer a los burros. Después de eso cenaron.
22 Estaban pasando un rato agradable cuando, de pronto, unos hombres de la ciudad rodearon la casa y empezaron a golpear violentamente la puerta. Eran unos hombres malvados, los cuales le gritaron al dueño de la casa:—¡Qué salga el hombre que está de visita en tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!
23 Entonces el dueño de la casa salió y les dijo:—¡Amigos míos, por favor, no hagan eso! ¡Es una terrible maldad! El hombre está de visita en mi casa.