1 Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Vi que los oprimidos lloran, y no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, y no hay quien los consuele.
2 Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven;
3 aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo.
4 Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.
5 La gente dice: “El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo”,
6 pero yo digo: “Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.”
7 Al volverme hacia otro lado vi otra vana ilusión en este mundo:
8 un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de reposo y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas ni se pregunta: “¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?” Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.
9 Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo.
10 Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante!
11 Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor?
12 Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
13 Por otra parte, más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque este ya no admite consejos.
14-15 Aunque el joven que reine en lugar de aquel rey haya llegado de la cárcel al trono o haya subido de la pobreza al reinado, veo que la gente de este mundo le dará su apoyo.
16 Y sin embargo, aunque esa gente sobre la cual ha de reinar sea en número incontable, ni a ella ni a quienes vengan después los dejará satisfechos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.