2 Pues algunos decían:–No durante la fiesta, para que no se alborote la gente.
3 Había ido Jesús a Betania, a casa de Simón, a quien llamaban el leproso. Y mientras estaba sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de alabastro lleno de un rico perfume de nardo puro, de mucho valor. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
4 Algunos de los presentes, indignados, se decían unos a otros:–¿Por qué se desperdicia este perfume?
5 Podía haberse vendido por más de trescientos denarios, para ayudar a los pobres.Y criticaban a la mujer.
6 Pero Jesús dijo:–Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo es bueno,
7 pues a los pobres siempre los tendréis entre vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis, pero a mí no siempre me tendréis.
8 Esta mujer ha hecho lo que ha podido: ha perfumado de antemano mi cuerpo para mi entierro.