31 Jerusalén, con todo su territorio, será sagrada y estará liberada de diezmos e impuestos.
32 Renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén y autorizo al sumo sacerdote para que, con hombres escogidos por él, monte una guarnición que la proteja.
33 A cualquier judío llevado en cautividad a algún lugar de mi reino, le concedo gratuitamente la libertad. Ellos y sus ganados quedan exentos del pago de impuestos.
34 En cuanto a las fiestas: los sábados, los novilunios y los días señalados como solemnes, así como los tres días precedentes y los tres siguientes a cada fiesta, serán días de inmunidad y exención para todos los judíos que residen en mi reino.
35 Nadie tendrá el derecho de demandarlos o molestarlos por causa alguna.
36 En los ejércitos reales podrán alistarse hasta treinta mil judíos, que percibirán el mismo salario que las demás tropas del rey.
37 Algunos de ellos serán destinados a las más importantes fortalezas reales; otros ocuparán cargos de confianza en el reino. Sus jefes y oficiales serán elegidos de entre ellos y vivirán conforme a sus propias leyes, tal como el rey lo ha dispuesto para Judea.