1 Judas, llamado Macabeo, sucedió a su padre.
2 Lo apoyaron todos sus hermanos y todos los que habían seguido a su padre, manteniendo con entusiasmo la lucha por Israel.
3 Él extendió la fama de su pueblo,como un héroe revestido de su corazaque se ciñe sus armas de guerra.Entró en combate protegiendoel campamento con su espada.
4 Por sus proezas era como un león,como un cachorro que ruge ante su presa.
5 Persiguió sin descanso a los malvados,y entregó como pasto de las llamasa los que perturbaban al pueblo.
6 Los impíos se llenaron de terror;temblaron todos los que hacían el maly, gracias a él, se alcanzó la liberación.
7 Amargó la vida a muchos reyes ,pero alegró a Jacob con sus proezas;su memoria será bendita por siempre.
8 Recorrió las ciudades de Judá,aniquiló a los impíos que había en ellasy apartó de Israel la ira de Dios.
9 Su fama llegó a los confines de la tierra,y reunió a los que estabanmuy cerca de ser aniquilados.
10 Con el fin de luchar contra Israel, Apolonio, reclutó un poderoso ejército formado por paganos y samaritanos.
11 Cuando Judas se enteró de esto, salió a su encuentro, lo derrotó y lo mató. Causaron muchas bajas entre los enemigos, y pusieron en fuga a los restantes.
12 Al recoger el botín, Judas se apoderó de la espada de Apolonio que, a partir de ese día, llevó siempre consigo en las batallas.
13 Al enterarse Serón, jefe del ejército sirio, que Judas había reunido un contingente de fieles seguidores dispuestos para el combate,
14 se dijo: “Voy a hacerme famoso. Me cubriré de gloria en el reino, combatiendo contra Judas y sus secuaces, esos que desprecian el decreto real”.
15 Entonces, un poderoso ejército formado por gente impía, subió con él para vengarse de los israelitas.
16 Pero cuando se acercaban a la subida de Betorón, Judas les salió al encuentro con unos pocos hombres,
17 quienes, al ver el ejército que venía contra ellos, dijeron a Judas:— ¿Cómo vamos a luchar nosotros, que somos tan pocos, contra ese ejército poderoso y fuerte? Además nos faltan las fuerzas, porque desde ayer estamos ayunando.
18 Judas les respondió:— No es imposible que una muchedumbre caiga en manos de unos pocos, pues Dios lo mismo puede salvar con muchos que con pocos:
19 en una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino del poder que viene del cielo.
20 Ellos, llenos de soberbia e impiedad, vienen a atacarnos con la intención de matarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros niños, pretendiendo apoderarse de todo lo que tenemos;
21 pero nosotros vamos a luchar por nuestra vida y nuestras leyes.
22 ¡No les tengan miedo, porque Dios los destruirá ante nuestros propios ojos!
23 Apenas cesó de hablar, se lanzó por sorpresa contra sus enemigos y derrotó a Serón con todo su ejército.
24 Luego los persiguieron por la cuesta de Betorón hasta la llanura, haciendo que cayeran unos ochocientos hombres; los demás huyeron al país de los filisteos.
25 El temor a Judas y a sus hermanos comenzó a apoderarse de las naciones vecinas, que pronto se llenaron de pánico.
26 Su fama llegó a oídos del rey, y en todas las naciones se comentaban las victorias de Judas.
27 Al enterarse Antíoco de lo que estaba sucediendo, montó en cólera y mandó que se reunieran todas las fuerzas armadas de su reino, tratando de organizar un ejército en extremo poderoso.
28 Abrió su tesoro y pagó a las tropas el salario de un año, ordenándoles que se preparasen para cualquier eventualidad.
29 Pero entonces advirtió que el dinero del tesoro se había acabado y que, a causa de las disensiones y los conflictos que él mismo había provocado al suprimir las costumbres vigentes desde tiempos inmemoriales, no bastaban los impuestos de la región.
30 Por eso temió que, como ya le había ocurrido en otras ocasiones, no le alcanzara el dinero para cubrir los gastos y regalos que él solía hacer de modo aún más espléndido que sus predecesores en el reino.
31 Profundamente preocupado, tomó la decisión de ir a Persia para cobrar los impuestos de aquellas provincias y reunir así una considerable cantidad de dinero.
32 Entre tanto le encargó a Lisias, hombre ilustre y de linaje real, los asuntos del reino que abarcaban desde el río Éufrates hasta las fronteras de Egipto.
33 También le encomendó que, hasta su regreso, cuidara de su hijo Antíoco.
34 Le confió la mitad del ejército, además de los elefantes, y le dio instrucciones sobre todo lo que debía hacer, en especial con relación a los habitantes de Judea y Jerusalén;
35 contra estos debía enviar un ejército, para destruir y aniquilar el poder de Israel y lo que aún quedara de Jerusalén, y para borrar de la tierra su memoria.
36 A continuación debía instalar extranjeros en todos los lugares del país y repartir las tierras entre ellos.
37 El año ciento cuarenta y siete tomó el rey la otra mitad de su ejército, se puso en marcha y, partiendo de Antioquía, la capital de su reino, atravesó el río Éufrates y recorrió las provincias de la meseta.
38 Lisias eligió a Tolomeo hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias, personajes importantes entre los amigos del rey,
39 y con ellos envió cuarenta mil soldados de infantería y siete mil jinetes con el fin de invadir el territorio de Judá y arrasarlo, según lo había dispuesto el rey.
40 Todas las tropas se pusieron, pues, en marcha, y acamparon cerca de Emaús, en la llanura.
41 Al saberlo, los comerciantes de la región se dirigieron al campamento con gran cantidad de plata y oro — y también con cadenas— para comprar israelitas como esclavos. Al ejército se le sumaron fuerzas de Siria y del país de los filisteos.
42 Judas y sus hermanos vieron que la situación era grave y que el ejército enemigo había acampado en el interior del país. Se enteraron también de que el rey había dado orden de destruir y exterminar al pueblo.
43 Entonces se dijeron unos a otros: “¡Libremos a nuestro pueblo de la ruina! ¡Luchemos por nuestro pueblo y por el Templo!”.
44 Luego se convocó una asamblea a fin de prepararse para la guerra, al mismo tiempo que oraban y suplicaban a Dios misericordia y compasión.
45 Jerusalén estaba deshabitada y desierta,ninguno de sus hijos entraba ni salía.El Templo había sido pisoteado,y los extranjeros ocupaban la ciudadelaconvertida en morada de paganos.El júbilo de Jacob había desaparecido,la flauta y la cítara guardaban silencio.
46 Una vez reunidos, se fueron a Mispá, frente a Jerusalén, porque en otro tiempo tuvo Israel en Mispá un lugar de oración.
47 Aquel día ayunaron, se vistieron de sayal, se cubrieron la cabeza de ceniza y rasgaron sus vestiduras.
48 Abrieron el libro de la ley para descubrir en él lo que consultaban los paganos a sus ídolos;
49 trajeron también las vestiduras sacerdotales, las primicias y los diezmos; reunieron a los nazareos que ya habían cumplido el tiempo de su voto
50 y clamaron al cielo, diciendo:— ¿Qué haremos con todos estos? ¿A dónde los llevaremos,
51 pues tu Templo ha sido pisoteado y profanado, y tus sacerdotes están de luto y humillados?
52 Los paganos se han aliado entre sí para exterminarnos: tú conoces lo que traman contra nosotros.
53 ¿Cómo podremos enfrentarnos a ellos si tú no vienes en nuestro socorro?
54 Después tocaron las trompetas y clamaron a gran voz.
55 Judas nombró en seguida, de entre el pueblo, jefes con mando sobre mil, sobre cien, sobre cincuenta y sobre diez.
56 Y, de acuerdo con la ley, permitió que regresaran a sus hogares los que estuvieran construyéndose su casa, los recién casados, los que estaban plantando una viña y los que tuvieran miedo.
57 Luego se puso en marcha el ejército, acampando al sur de Emaús.
58 Judas les dijo:— ¡Prepárense y sean valientes! ¡Mañana, tan pronto amanezca, deben estar listos a luchar contra esos paganos que se han juntado para destruirnos a nosotros y a nuestro Templo!
59 Más nos vale morir en la batalla que ver las desgracias de nuestra nación y de nuestro Templo.
60 ¡Pero que se haga lo que Dios quiera!