46 El rey se refugió en su palacio, en tanto que las gentes de la ciudad ocupaban las calles y comenzaban la lucha.
47 El rey pidió entonces a los judíos que acudieran en su ayuda; y todos ellos, agrupándose en seguida a su lado y dispersándose luego por la ciudad, mataron aquel día unas cien mil personas.
48 Luego prendieron fuego a la ciudad y la saquearon. De ese modo salvaron al rey.
49 Cuando los habitantes de la ciudad vieron que los judíos se habían apoderado de ella por entero, se acobardaron y suplicaron a gritos al rey:
50 — ¡Hagamos las paces! ¡Que los judíos dejen de luchar contra nosotros y contra la ciudad!
51 Depusieron las armas, e hicieron la paz. En cuanto a los judíos, cubiertos de gloria ante los ojos del rey y ante todo su reino, se volvieron a Jerusalén con un enorme botín.
52 Pero sucedió que cuando Demetrio se afianzó en su trono y el país recobró la tranquilidad,