49 Cuando los habitantes de la ciudad vieron que los judíos se habían apoderado de ella por entero, se acobardaron y suplicaron a gritos al rey:
50 — ¡Hagamos las paces! ¡Que los judíos dejen de luchar contra nosotros y contra la ciudad!
51 Depusieron las armas, e hicieron la paz. En cuanto a los judíos, cubiertos de gloria ante los ojos del rey y ante todo su reino, se volvieron a Jerusalén con un enorme botín.
52 Pero sucedió que cuando Demetrio se afianzó en su trono y el país recobró la tranquilidad,
53 el rey no cumplió nada de lo que había prometido: no mantuvo su amistad con Jonatán ni le recompensó los servicios prestados, sino que le causó grandes trastornos.
54 Pasado un cierto tiempo, regresó Trifón en compañía de Antíoco, que fue coronado rey siendo todavía muy joven.
55 Todas las tropas que Demetrio había licenciado se reunieron en torno al nuevo rey y lucharon contra Demetrio, que fue derrotado y se vio obligado a huir.