50 En aquel trance clamaron pidiendo la paz a Simón, y él se la concedió; pero luego los echó de allí y purificó la ciudadela de toda contaminación.
51 El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, penetraron en la ciudadela los judíos, entre cantos de alabanza y palmas, al son de las arpas, los címbalos y las cítaras; entonaban himnos y canciones porque un gran enemigo de Israel había sido aniquilado.
52 Simón ordenó que cada año se celebrara aquel día con toda alegría. Fortificó el monte del Templo que está al lado de la ciudadela, y él y los suyos establecieron allí su residencia.
53 Luego, cuando Simón vio que su hijo Juan ya era un hombre, lo nombró jefe de todos los ejércitos, con residencia en Guézer.