27 Lisias, al oír las noticias, se sintió desalentado y abatido, porque no le había ocurrido a Israel lo que él quería, ni se había cumplido lo ordenado por el rey.
28 Al año siguiente, Lisias dispuso un ejército de sesenta mil hombres escogidos y cinco mil jinetes dispuestos a luchar contra los israelitas.
29 Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas, con diez mil hombres, les salió al encuentro.
30 Al ver aquel poderoso ejército, oró diciendo:— Bendito seas, salvador de Israel, que abatiste la soberbia de un gigante por mano de tu siervo David y entregaste el ejército filisteo en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
31 Entrega ahora este ejército en manos de tu pueblo Israel y haz que se avergüencen de sus tropas y su caballería.
32 Infunde terror en ellos, destruye la soberbia que procede de su fuerza y hazlos temblar por su derrota.
33 Derríbalos con la espada de los que te aman, y que todos los que conocen tu nombre entonen para ti himnos de alabanza.