3 le hablaron también de lo que habían hecho en España, adueñándose de sus minas de plata y de oro,
4 y de cómo se habían apoderado de su territorio gracias a su sensatez y constancia, pese a la gran distancia que lo separaba de su propio país. De cómo habían derrotado y aplastado a reyes venidos desde los confines de la tierra: a unos los habían vencido y a otros los habían obligado a pagar un tributo anual.
5 También habían derrotado y sometido a Filipo y a Perseo, reyes de Macedonia, y a otros que se habían levantado contra ellos.
6 De igual manera habían derrotado a Antíoco el Grande, rey de Asia, que les presentó batalla con ciento veinte elefantes, caballería, carros de combate y un ejército muy numeroso.
7 A este lo hicieron prisionero y le obligaron, tanto a él como a sus sucesores, a pagar un elevado tributo, a entregar rehenes y a ceder
8 sus mejores provincias: India, Media y Lidia, que más tarde entregaron al rey Eumenes.
9 También se enteró Judas de que los griegos habían proyectado aniquilar a los romanos;