10 Son numerosos como el polvo, no se pueden contar.¡Quién pudiera morir tan feliz como un israelita!¡Oh, si yo pudiera terminar mi vida como termina la de ellos!»
11 —¿Qué me has hecho? —preguntó el rey Balac—. ¡Yo te dije que maldijeras a mis enemigos, pero tú los has bendecido!
12 —¿Puedo decir algo distinto de lo que el SEÑOR me ha dicho?
13 Entonces Balac le dijo:—Ven conmigo a otro lugar. Allí sólo verás una parte del pueblo de Israel. Maldice por lo menos a esa parte.
14 El rey Balac tomó a Balán y lo llevó a los campos de Zofín en la cumbre del monte de Pisgá, y edificó allí siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
15 Entonces Balán le dijo al rey:—Quédate allí junto a los altares mientras yo voy a encontrarme con el SEÑOR.
16 Y el SEÑOR se encontró con Balán y le dijo lo que tenía que decir.