9 Los jefes de centenas, pues, hicieron todo como el sacerdote Joiada les mandó; y tomó cada uno a los suyos, a saber, a los que habían de entrar el día de reposo y a los que habían de salir el día de reposo, y fueron a Joiada el sacerdote.
10 Y el sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David y que estaban en la casa de Jehová.
11 Y los de la guardia se pusieron en fila, teniendo cada uno sus armas en la mano, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo, junto al altar y junto al templo, al rededor del rey.
12 Luego sacó Joiada al hijo del rey, y le puso la corona, y le dio el testimonio y le hicieron rey, ungiéndole; y batiendo las palmas, dijeron: ¡Viva el rey!
13 Y al oír Atalía el bullicio de la guardia y del pueblo, se acercó a la gente en la casa de Jehová;
14 y cuando miró, he aquí que el rey estaba junto a la columna, conforme a la costumbre, y los jefes y los trompeteros junto al rey; y todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos clamó a voz en cuello: ¡Traición, traición!
15 Pero el sacerdote Joiada mandó a los jefes de centenas que estaban al mando del ejército y les dijo: Sacadla de entre las filas, y al que la siga, matadlo a espada. (Porque el sacerdote había dicho que no la matasen en la casa de Jehová.)