2 Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todos los días en que le instruyó el sacerdote Joiada.
3 Sin embargo, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Y Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero de las cosas sagradas que se suele traer a la casa de Jehová, tanto el dinero del rescate de cada persona, según está estipulado, así como todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa de Jehová,
5 recíbanlo los sacerdotes, cada uno de manos de sus conocidos, y reparen las brechas del templo dondequiera que se halle abertura.
6 Pero aconteció que en el año veintitrés del rey Joás, no habían aún reparado los sacerdotes las brechas del templo.
7 Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joiada y a los otros sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis las brechas del templo? Ahora, pues, no toméis más el dinero de vuestros conocidos, sino dadlo para reparar los daños del templo.
8 Y los sacerdotes convinieron en no tomar más dinero del pueblo, ni en tener el cargo de reparar las brechas del templo.