15 Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que había en la casa de Jehová y en los tesoros de la casa real.
16 Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los marcos de las puertas que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria.
17 Y desde Laquis el rey de Asiria envió al Tartán y al Rabsaris y al Rabsaces con un gran ejército contra el rey Ezequías que estaba en Jerusalén. Y subieron y llegaron a Jerusalén. Y habiendo subido, llegaron y se detuvieron junto al acueducto del estanque de arriba, que está en el camino de la heredad del Batanero.
18 Y llamaron al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, que estaba a cargo de la casa, y Sebna, el escriba, y Joa hijo de Asaf, el cronista.
19 Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de Asiria: ¿Qué confianza es ésta que tú tienes?
20 Dices (por cierto palabras vanas): Consejo tengo y fuerza para la guerra. Pero, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí?
21 He aquí, tú confías ahora en esta vara de caña astillada, es decir, en Egipto, en la que si alguno se apoya, le entrará por la mano y se la traspasará. Tal es Faraón, rey de Egipto, para todos los que en él confían.