30 Y no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará Jehová, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.
31 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo la paz y rendíos a mí, y cada uno comerá de su vid y de su higuera, y cada uno beberá las aguas de su pozo,
32 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite y de miel. Y viviréis y no moriréis. No escuchéis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará.
33 ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?
34 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hena y de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano?
35 ¿Quién de entre todos los dioses de las provincias ha librado a su provincia de mi mano, para que libre Jehová de mi mano a Jerusalén?
36 Pero el pueblo calló y no le respondió ni una palabra, porque el rey había mandado: No le respondáis.