24 Yo he cavado y bebido aguas ajenas, y he secado con las plantas de mis pies todos los ríos de Egipto.
25 ¿Nunca has oído que hace mucho tiempo yo lo hice, y que desde días antiguos lo he formado? Y ahora lo he hecho acontecer, para que tú convirtieras ciudades fortificadas en montones de ruinas.
26 Y sus moradores, faltos de poder, quebrantados y confusos, fueron cual la hierba del campo, como el pasto verde, y la hierba de los tejados, que antes que llegue a la madurez se seca.
27 Yo conozco tu habitar, tu salir y tu entrar, y tu furor contra mí.
28 Por cuanto te has airado contra mí, y tu arrogancia ha subido a mis oídos, yo, por tanto, pondré mi garfio en tu nariz y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
29 Y esto te será por señal, Ezequías: Este año comeréis lo que crezca espontáneamente y al segundo año lo que haya brotado de aquello; y al tercer año sembrad, y segad, y plantad viñas y comed el fruto de ellas.
30 Y el remanente que haya, lo que haya quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíz por debajo y dará fruto por arriba.