23 Y él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es luna nueva ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.
24 Después hizo ensillar el asna, y dijo al criado: Guía y adelante, y no te detengas en el camino por mí, sino cuando yo te lo diga.
25 Se fue, pues, y llegó al hombre de Dios al monte Carmelo. Y aconteció que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí, allá viene la sunamita.
26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla y le digas: ¿Te va bien? ¿Y a tu marido y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
27 Y cuando llegó a donde estaba el hombre de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el hombre de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo y no me lo ha revelado.
28 Y ella dijo: ¿Acaso pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no me engañases?
29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi vara en tu mano y ve; y si te encuentras con alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas; y pon mi vara sobre el rostro del niño.