33 Entonces él entró, y cerró la puerta detrás de ambos y oró a Jehová.
34 Después subió, y se tendió sobre el niño y puso su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos de él; así se tendió sobre él, y el calor volvió al cuerpo del niño.
35 Entonces regresó y caminó por la casa de una parte a otra, y después subió y se tendió sobre él; y el niño estornudó siete veces y abrió sus ojos.
36 Entonces llamó él a Giezi y le dijo: Llama a la sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.
37 Y ella entró, y cayó a sus pies y se postró en tierra; después tomó a su hijo y salió.
38 Y Eliseo regresó a Gilgal. Había entonces gran hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban sentados ante él, y dijo a su criado: Pon una olla grande y prepara un potaje para los hijos de los profetas.
39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una viña silvestre y llenó su falda de calabazas silvestres; y regresó, y las cortó y las puso en la olla del potaje, aunque no sabía lo que era.