8 ¡La voz de mi amado! He aquí, él viene, saltando por los montes, brincando por los collados.
9 Mi amado es semejante a la gacela o al cervatillo. Helo aquí, está detrás de nuestro muro, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías.
10 Mi amado habló y me dijo: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.
11 Porque he aquí ha pasado el invierno, la lluvia ha cesado y se ha ido;
12 han aparecido las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se oye el arrullo de la tórtola.
13 La higuera ha dado sus verdes higos, y las vides en cierne han esparcido su fragancia. Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.
14 Paloma mía, que anidas en las grietas de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz, porque dulce es tu voz y hermoso tu aspecto.