4 Apenas me aparté de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; me aferré a él, y no lo dejé hasta llevarlo a casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.
5 Yo os ruego, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni desveléis al amado, hasta que quiera.
6 ¿Quién es ésta que sube del desierto cual columna de humo, perfumada de mirra y de incienso, y de todo polvo aromático del mercader?
7 He aquí, la litera de Salomón; sesenta valientes la rodean, de los valientes de Israel.
8 Todos ellos tienen espadas y son diestros en la guerra; cada uno su espada sobre el muslo, por los temores de la noche.
9 El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano.
10 Sus columnas hizo de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana, su interior tapizado de amor por las hijas de Jerusalén.