1 Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos.
2 El Señor le preguntó:–¿De dónde vienes?Y el acusador contestó:–He andado recorriendo la tierra de un lado a otro.
3 Entonces el Señor le dijo:–¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarle sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta irreprochable.
4 Pero el acusador contestó al Señor:–Mientras no le tocan a uno el pellejo, las cosas van bien, porque el hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida.
5 Pero tócale en su propia persona y verás cómo te maldice en la cara.