16 que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.
17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado porque no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.
18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía tocar, ni al fuego ardiente, ni a las tinieblas, ni a la oscuridad, ni a la tempestad,
19 ni al sonido de la trompeta ni a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no les hablase más;
20 porque no podían soportar lo que se mandaba: Si aun una bestia toca el monte, será apedreada o traspasada con dardo.
21 Y tan terrible era lo que se veía que Moisés dijo: Estoy aterrado y temblando.
22 Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, y a la compañía de muchos millares de ángeles,