6 Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe como hijo.
7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque, ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de rectitud a los que en ella han sido ejercitados.
12 Por lo cual, fortaleced las manos caídas y las rodillas debilitadas;