9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquéllos, a la verdad, por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de rectitud a los que en ella han sido ejercitados.
12 Por lo cual, fortaleced las manos caídas y las rodillas debilitadas;
13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que el que es cojo no se salga fuera del camino, sino que sea sanado.
14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor,
15 mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, no sea que alguna raíz de amargura, brotando, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;