6 Y estas cosas estaban así ordenadas, en la primera parte del tabernáculo entraban continuamente los sacerdotes para cumplir las funciones de su ministerio;
7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote entraba una vez al año, no sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en la ignorancia,
8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
9 Lo cual era símbolo para ese tiempo, según el cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que oficiaba;
10 consistiendo sólo en comidas y en bebidas, y en diversos lavamientos y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de la renovación.
11 Pero, Cristo habiendo llegado a ser sumo sacerdote de las cosas buenas por venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho por manos, a saber, no de esta creación,
12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.