2 ¡Qué alivio tienen los que han confesado sus pecados y a quienes el SEÑOR ha borrado su registro de delincuencia y que viven en completa honestidad!
3 Hubo un tiempo en que yo rehusaba reconocer lo pecador que era. Pero era yo débil y miserable y gemía todo el día.
4 Día y noche su mano pesaba sobre mí. Mi fuerza se evaporaba como agua en día de sol.
5 Pero un día reconocí ante ti todos mis pecados y no traté de ocultarlos más. Dije para mí: «Se los voy a confesar al SEÑOR». ¡Y tú me perdonaste! Toda mi culpa se esfumó.
6 Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán.
7 Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación.
8 El SEÑOR dice: «Yo te instruiré y te guiaré por el mejor camino para tu vida; yo te aconsejaré y velaré por ti.