1 Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.¡Escuchen todos: la clase alta y la clase baja, ricos y pobres del mundo entero! Escuchen mis palabras,
3 porque son sabias y mis pensamientos están llenos de discernimiento.
4 Escucharé muchos proverbios y resolveré enigmas al son del arpa.
5 No hay por qué temer cuando llega la adversidad, ni aunque este rodeado de enemigos.
6 Ellos confían en sus bienes y se jactan de sus riquezas.
7 Pero nadie puede salvar a nadie de la muerte, pagándole rescate a Dios por su vida.
8 Tal salvación no se da fácilmente, pues nadie puede pagar suficiente,
9 para vivir por siempre y no llegar a ver la fosa.
10 Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual y, que sus riquezas se quedan para otros.
11 La tumba será su hogar eterno donde se quedarán para siempre. Ponen su nombre a sus propiedades pero tendrán que dejarles sus riquezas a otros.
12 El ser humano, con toda su pompa, tiene que morir como cualquier animal.
13 Así es el destino de los necios, aunque se diga de ellos que tuvieron gran sabiduría.
14 Como ovejas están destinados al sepulcro; donde la muerte será su pastor. Por la mañana los gobernarán los justos. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro lejos de sus suntuosas propiedades.
15 Pero en cuanto a mí; Dios redimirá mi alma del poder de la muerte; porque él me recibirá.
16 Así que no se desanimen cuando los malvados se enriquecen y edifican bellas mansiones.
17 Porque al morir nada se llevan consigo. Sus riquezas no los seguirán al sepulcro.
18 Aunque alguien se diga feliz toda la vida, y la gente lo elogie por sus logros,
19 al fin muere como todos los demás y no vuelve a ver la luz del día.
20 Porque el ser humano, con toda su pompa, tiene que morir como cualquier animal.