4 Oh Dios, alabo tu palabra. Confío en Dios ¿por qué temeré? ¿Qué podrá hacerme un simple mortal?
5 Continuamente tuercen mis palabras. En lo único que piensan es en cómo perjudicarme.
6 Se reúnen y me espían; observan cada uno de mis pasos para matarme.
7 No permitas que en su maldad, se salgan con la suya. En tu enojo, Dios mío, derríbalos hasta el suelo.
8 Lleva la cuenta de mis lamentos. Has recogido todas mis lágrimas y las has guardado en un frasco. Has anotado cada una de ellas en tu libro.
9 El mismo día que yo te pido ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
10 Estoy confiado en Dios. ¡Alabadas sean sus promesas! No temo nada de lo que un simple hombre pueda hacerme. Sí; alabadas sean sus promesas.