9 El mismo día que yo te pido ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
10 Estoy confiado en Dios. ¡Alabadas sean sus promesas! No temo nada de lo que un simple hombre pueda hacerme. Sí; alabadas sean sus promesas.
11 Confío en Dios ¿por qué temeré? ¿Qué podría hacerme un simple mortal?
12 Ciertamente cumpliré los votos que he hecho ante ti, SEÑOR, y te presentaré mis ofrendas de gratitud por tu ayuda.
13 Porque tú me salvaste de la muerte, y mis pies de resbalar, de modo que puedo marchar ante el SEÑOR en la luz de la vida.