3 Estos malvados nacieron pecadores; mienten desde el momento mismo de su nacimiento y se desvían.
4 Son venenosos como serpientes mortales, cobras que cierran los oídos
5 para no escuchar la música de los más hábiles encantadores.
6 Oh Dios; rómpele los colmillos. ¡Arráncales los dientes a estos leoncillos, SEÑOR!
7 Que se desvanezcan como agua tragada por la tierra sedienta. Vuélvanse inútiles las armas en sus manos.
8 Que se disuelvan, como babosa rastrera; que no vean la luz, cual si fueran abortivos.
9 Dios raerá tanto a los viejos como a los jóvenes. Los destruirá más pronto de lo que tarda la olla en sentir el fuego de espinos en el fogón.