8 ¡Pueblo mío, confía en él siempre! ¡Ábrele tu corazón, pues él es nuestro refugio!
9 El mayor de los hombres, o el más humilde, nada son ante sus ojos. En la balanza pesan menos que el aire.
10 No te enriquezcas mediante la extorsión y el robo. Y si tus riquezas aumentan, no pongas en ellas tu corazón.
11 Una cosa ha dicho Dios, y dos veces lo he escuchado: Que el poder, oh Dios, solo a ti te pertenece;
12 que el amor, SEÑOR, es tuyo. Ciertamente tú pagarás a cada uno según lo que se merezcan sus obras.