2 Han dejado los cadáveres de tus siervos como alimento de las aves del cielo; los cuerpos de tus fieles se han convertido en comida para los animales salvajes.
3 Su sangre ha corrido alrededor de Jerusalén como si fuera agua; no ha quedado nadie para que entierren a los muertos.
4 Nuestros vecinos se mofan de nosotros; somos el centro de las burlas de quienes nos rodean.
5 SEÑOR, ¿hasta cuándo estarás enojado con nosotros? ¿Para siempre? ¿Hasta cuándo arderán tus celos como fuego?
6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen, con los reinos que no claman a tu nombre.
7 Porque ellas han devorado a tu pueblo Israel, dejando su tierra desolada como un desierto.
8 ¡No nos condenes por nuestros antiguos pecados! Que tus tiernas misericordias satisfagan las necesidades nuestras, pues hemos sido abatidos hasta el polvo.