2 porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
3 Por tanto, las cosas que habéis dicho en tinieblas, a la luz serán oídas; y lo que habéis hablado al oído en las cámaras será pregonado desde las azoteas.
4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer.
5 Mas os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder para echar al infierno; sí, os digo: A éste temed.
6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.
7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; de más valor sois vosotros que muchos pajarillos.
8 Y os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;