21 Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!
22 Y él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré.
23 Mas ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron.
24 Entonces Pilato determinó que se hiciese lo que ellos pedían.
25 Y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26 Y, al llevarle, tomaron a un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
27 Y le seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.