27 Y le seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
28 Mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos,
29 porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: Cubridnos,
31 porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?
32 Y llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados.
33 Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.