43 Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da buen fruto.
44 Porque cada árbol se conoce por su fruto, pues no se recogen higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca el bien; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca el mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
46 ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
47 Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace, os enseñaré a quién es semejante:
48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.
49 Pero el que las oyó y no las obedeció es semejante al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra ella el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.