55 Entonces, volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois,
56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
57 Y aconteció que, yendo ellos, uno le dijo por el camino: Señor, te seguiré adondequiera que fueres.
58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 Y dijo a otro: Sígueme. Y él le respondió: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
60 Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ve y anuncia el reino de Dios.
61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.